Page 85 - ElVigor
P. 85

84
       Miguel Lisbona Guillén

que señala imposible que la representación traduzca la divinidad,62 ya que
«le divin est trop hau et trop loin».63

     Si las referencias que construyen este texto están extraídas básicamen-
te del periodo posrevolucionario de México, y en concreto de Chiapas, eso
no es óbice para mostrar que el temor a la idolatría por parte de los con-
quistadores hispanos ha ilustrado gran parte de los estudios que abordan el
periodo colonial de la hoy entidad federativa mexicana,64 al mismo tiempo
que ha suscitado debates teóricos teñidos de la idea decimonónica de su-
pervivencia cuando se piensa en las imágenes católicas y lo que representan
para los creyentes, especialmente si estos son indígenas. Serge Gruzinski, al
explorar lo que denomina idoloclastia de los conquistadores a su llegada al
Nuevo Mundo, destaca cómo la destrucción de los ídolos americanos fue
entendida como una «espectacular descontaminación»65, la cual no podía
eliminar el papel de las imágenes sino el de los considerados ídolos, puesto
que los militares primero, y los evangelizadores después, impusieron la ima-
ginería católica. Esta imposición, ejemplificada en la figura de Cortés y no
exenta de múltiples escollos por parte de los indígenas, confió en la «eficacia
material» y taumatúrgica de las imágenes más que en su capacidad didáctica
o evocativa,66 aspecto que intentarían enmendar los primeros franciscanos
al demarcar con claridad «la dicotomía del significante y del significado, de
la imagen y de la “cosa representada”».

     Es decir, las imágenes cristianas debían ser «instrumentos del recuerdo
y de la memoria» para evitar las posibles confusiones alegóricas;67 sin em-
bargo, para el historiador francés triunfó la piedad barroca, representada en
su análisis por el dominico Alonso de Montúfar, que dotaba a las imágenes
de una eficacia simbólica cercana al milagro y al poder taumatúrgico.68 Si las
afirmaciones hasta ahora expuestas son ciertas, es indudable que «romper
las imágenes es propio de una sociedad que les otorga un lugar importante»69

     62  A. Megged analiza la obra de Fray Bartolomé de las Casas referida a la idolatría
de los indígenas para afirmar que el problema que observaba el religioso hispano no lo
«constituía la adoración de piedras sino la veneración de sus representaciones natura-
les», «los ídolos son solamente intermediarios entre los hombres que rinden culto y las
virtudes divinas del Creador», op. cit., p. 161.

     63  La traducción es mía: «lo divino está demasiado alto y demasiado lejos», A.
Besançon, op. cit., p. 237.

     64  Un magnífico ejemplo se encuentra en la obra de D. Aramoni, Los refugios de lo
sagrado..., 1992.

     65  S. Gruzinski, op. cit., pp. 57-58.
     66  Ibíd., p. 48.
     67  Ibíd., p. 75.
     68  Ibíd., p. 109.
     69  Ibíd., p. 164.
   80   81   82   83   84   85   86   87   88   89   90